28 noviembre 2010

¿Es tragón con vegetales?

Profesor: El otro día, o así, entré en un restaurante con mi novio. Celebrábamos treinta años de noviazgo, algo que pocos pueden decir en estos frívolos tiempos de falsos compromisos. Bueno, quizá sea exagerado eso de entrar porque mi novio está un poco gordito, tanto que, para pasar de costado, debe ir de frente. Mejor: las mesas de fuera son más románticas. Luego, el mozo nos pidió ordenar; le expliqué que mi novio está a dieta de todo y le pregunté qué podía ofrecernos. ¿Su réplica? ¡Odiosa! Dijo: "¿Es tragón con vegetales?". "A usted, ¿qué le importa?", repliquele, y abandonamos altivamente el lugar. ¿Cree que hice mal, profesor? ¿Qué me opina? ¿Qué le acontece en el alma? Soy algo sentimental y me gustaría volver a ese restaurante, aunque solo sea para recuperar mi cartera. Gracias, profesor. Suya hasta su muerte,
Berta Caroteno


-Amiga Berta: Así, a primera vista y como quien no se interesa en su carta, le diría que usted actuó febril, apasionadamente, cual toca a una auténtica mujer latina. Cicerón habría estado orgulloso de usted. Por otra parte, releyendo su epístola (hoy me sobra el tiempo libre), sospecho que usted fue víctima y verdugo (la Academia no deja escribir verduga) de un malentendido de esos que no se comprenden.

Me parece que aquel mesero no quiso ofenderla; tal vez solamente le preguntaba si su globalizado novio podría comer algo ligero, como estragón con vegetales. Estragón es una hierba aromática cuyo nombre deriva -al parecer- de la palabra griega drákon (dragón). Así pues, no es para tanto la indirecta, oiga, sobre todo porque no la hubo.

Sin quererlo, usted hizo un juego de palabras llamado calambur. En el calambur, las sílabas se separan y se juntan para que las palabras cambien de sentido: plátano es, plata no es. El poeta mexicano Xavier Villaurrutia escribió estos célebres calambures:

y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura

Le aconsejo, pues, que perdone a aquel mesero y que vuelva por su cartera ya que ese hombre puede ser también un sentimental y gustar de los recuerdos. Sin embargo, aunque usted le perdone ese malentendido, no debe disculparle su barbarie de decir vegetales en vez de verduras.

Muchos restaurantes incluyen, en sus menús, indicaciones como estas: Arroz con vegetales, Frutas y vegetales. Son cosas raras. El arroz y las frutas son vegetales, de modo que estamos ante redundancias indigestas; equivalen a decir sardina con pescado o bisté con carne.

Lo que se intentó escribir fue arroz con verduras y frutas y verduras. Alguna gente traduce con audacia y diccionario (sobre todo, sin diccionario) y del término inglés vegetables obtiene la "traducción" vegetales. Los vegetables ingleses son nuestras verduras y hortalizas (zanahoria, lechuga, ajo, frejol, tomate, etc.). Son plantas de hojas verdes (por esto, verduras) que se cultivaban en huertas (por esto, hortalizas).

En castellano, vegetal es un ser del reino vegetal; son todas las plantas: desde la vainita hasta los árboles gigantes. Por esto, si usted pidiese arroz con vegetales, podrían servirle arroz con troncos de secuoya, ramas de pino y raíces de abeto: todo exótico, sí, pero le cerraría el apetito.

La otra indicación imperdonable del mesero es que les haya solicitado ordenar. Por cortesía, en un restaurante no se ordena: se pide. En inglés, to order es una expresión usual para pedir. En español, ordenar y orden implican autoridad (y hasta autoritarismo). Tampoco hay una orden de arroz, sino una porción de arroz.

Por último, está bien que su novio perpetúe sus dietas, y no sólo él: también el doctor García pues, a ese paso cucharón, cada una de sus manos parecerá una inflación de cinco dígitos. El doctor García no debe fracasar: está tan gordo que sólo puede salir por la puerta grande.


Profe: Lotra ves me juial neci pa ver la gerra de las galasias. Que buena profe, abía tantas bombas que parecia la pacificacion de Irac, pero nuen tendí nada, y un tipo del neci me dijo que yo me abía faltado a la prescuela, pero yo le dije que abía paro del sutep. Uste sabe que es prescuela profe?
Warmix Gómez


-Dilecto W.: No es por ofenderlo, pero usted es un bocasucia de la ortografía, y sospecho que usted oyó mal porque no están más limpias sus orejas. Dicho esto, reciba un gran saludo.

Creo que ese hombre le dijo que a usted le faltaba ver la precuela de esa cinta. La precuela es una película; narra el inicio de una historia contada en otra película. Por ejemplo, la segunda parte (precuela) de El padrino cuenta la infancia y la juventud de Vito Corleone, quien había aparecido anciano en la primera cinta.

Precuela es una "traducción" del término inglés prequel. Dicen que lo inventó George Lucas, el director de La guerra de las galaxias. Como lingüista aficionado, es peor que la tercera cinta de esa serie. Precuela es una creación forzada a partir de otra palabra: secuela. En el cine, la secuela es la continuación de una historia. La secuela continúa, la precuela adelanta.

En realidad, secuela es la consecuencia de algo, casi siempre negativa: secuela de una guerra, de una enfermedad, de una elección (conste que no menciono al doctor García). Por esto, en vez de secuela, debemos decir continuación de un argumento.

A lo bestia, a secuela le separaron se y le pusieron pre-, prefijo que significa antes (como en prehistoria). Esta fue una operación bárbara; no obstante, hay precedentes.

Mellizo es cada uno de los dos o más hermanos nacidos juntos. Algunos supusieron (mal) que solo puede haber dos mellizos e inventaron trillizo, cuatrillizo y quintillizo (para tres, cuatro o cinco mellizos). Lo curioso es que llizo no es palabra (no hay tres llizos). Pese a esto, tales neologismos entraron en el Diccionario académico y se usan.

Los italianos inventaron millone (mil grande). Juntaron 'mille' (mil) y 'one' (on). Después, otros crearon billón, trillón, cuatrillón, etc., aunque' llon' nada significa (trillón equivale a decir tres llones).

Lo mismo ocurre con precuela. Secuela es una palabra emparentada con seguir. Secuela no puede separarse en 'se' y 'cuela'. Sin embargo, algunos lo hicieron, borraron 'se' y metieron 'pre' : parche vandálico. Pese a todo, no hay otra palabra que dé la idea de precuela, así que podría usarse entre comillas y en escritos sobre cine. Empero, caro Warmix, ni la política está libre de se- y pre-.

Así, el óbolo minero de hoy es secuela (por astuta prescripción judicial) de los Mirages de ayer. Así también, las tremendas lagartijas de estos seis meses son precuelas del Gran Caimán del 85 al 90; pero démosles tiempo: ya crecerán.

Víctor Hurtado

26 noviembre 2010

No olvidemos al profesor Solecismo

(A falta de responsabilidad y constancia, disfrazada de falta de ideas, rescataremos algunos artículos de Víctor Hurtado.  Dispersos en la red, los textos de un genio del periodismo merecen ser difundidos. Se le extraña al profesor Solecismo, y sobre todo al irredento Wármix Méndez Gómez).

Breve introducción previa hacia un prefacio liminar

Clásico y neoclásico, barroco y manierista, el profesor Solecismo ya está aquí. No viene solo -y es una pena- pues trae sus recetas de cocina lingüística para que, en lo mejor de una tertulia, pueda usted sorprender gratamente a sus amigos con una digresión (no disgresión) cultista, siempre bien recibida entre cervezas.
Reeducado en las mejores escuelas del idioma castellano, el profesor Solecismo dedicó los mejores años de su ancianidad (los que van de los 40 a los 50) a traducir las obras completas de Sócrates, hasta hoy ignotas por falta de editor pirata.
Esa inmersión, ese hundimiento en la filosofía antigua lleva hoy al profesor a poner en práctica esta sentencia de Sócrates: "Sólo sé que nada sé", cuya verdad se comprueba en esta página. (El profesor la tradujo como "Me conozco que me desconozco": concesión populista).
Para usar una palabra de moda, huelga añadir que son célebres sus conferencias Los grandes libros que no llegué a leer. Cuando el profesor Solecismo comienza a dictarlas, no tiene cuándo acabar. ¡Qué erudición! ¡Qué dominio del tema! ¡Extrañaremos su ausencia, profesor!


El profesor responde

No es por ofenderlo, profesor, pero ¿por qué se puso ese nombre tan ridículo? 
María Z.
Realmente, muchas gracias. Si le parece un nombre ridículo, es que usted no me conoce; de conocerme, usted diría borgianamente que el hombre está en el nombre.
Yo soy un error en general, pero el solecismo suele ser un error de sintaxis; es decir, de correspondencia entre las partes de una oración. Si escribo: "Dijo de que vendría", cometo solecismo porque debí escribir: "Dijo que vendría".
Una tradición cuenta que solecismo proviene de Soloi, nombre de una ciudad antigua donde se hablaba mal el griego. Soloi fue una ciudad fundada por griegos (en el sur de la actual Turquía), pero su forma de hablar había cambiado mucho con el tiempo. Los residentes de Grecia que la visitaban se reían de los pobres sole. (como sea el gentilicio de Soloi).
Los cambios en los idiomas eran más rápidos en la antigüedad porque la gente era analfabeta y no había televisión de cable.
La escritura fija las formas de un idioma y hace que lo compartamos pese a la distancia. Así también, la televisión, la radio y el cine ayudan a compartir los usos de una misma lengua. La CNN en castellano contribuye a que gente de muchos países emplee el "español general". Los cambios siempre ocurrirán, pero no darán origen a idiomas distintos.
El lingüista español Fernando Lázaro Carreter no creía mucho en esa deplorable leyenda de Soloi. Así lo escribió en su Diccionario de términos filológicos.
Es bonito leer un diccionario de lingüística, aunque yo preferiría ver la película. Nadie ha filmado aún una cinta basada en un libro de gramática, pero no se sabe de lo que es capaz el cine experimental hasta que se pone la película y se ve el eto.

Profesor usted es un retrograda del pasado porque el pueblo hace el idioma y la academia es un putreinfacto reaccionario y me daria verguenza que usted seria mi padre. 
J. 
Hijo mío: no es para tanto. Como dijo otro, yo hago lo que puedo, y este es mi problema.
Yo también creía que "el pueblo hace el idioma". Ahora pienso que lo hacía hasta hace cincuenta años, antes de que se extendieran la prensa, la radio y la televisión. Hoy, con frecuencia, le hacen el idioma.
En una lengua, los cambios populares son lentos y anónimos, y esto sí significa que "el pueblo hace el idioma"; sin embargo, ahora basta que un iletrado repita una necedad por televisión, para que la tontería pegue.
Vaya un ejemplo: "Pérez comete falta sobre Ruiz", dice un locutor de fútbol (en vez de contra). Después, otros locutores -sedentarios para la aventura intelectual- repiten la torpeza, y la gente que la oye termina adoptándola.
También se dice ahora "soporte técnico" (por "servicio técnico") y "aplicar a una beca" (por "presentarse a una beca"). Estas tonterías no son creaciones populares, sino influencia instantánea de medios de comunicación usados por ignorantes.
Todo idioma cambia, pero deberíamos procurar que cambie de este modo: manteniendo la sintaxis (las relaciones adecuadas entre las palabras) y evitando que las palabras ofrezcan muchos significados.
Las palabras que brindan muchas acepciones se debilitan. Por ejemplo, el término radio es el nombre de un metal, de un hueso, de una línea (del círculo), de un aparato de recepción de ondas (radiorreceptor) y del sistema de envío de esas ondas (radiodifusión). Un idioma ideal habría dejado un solo significado para radio y habría inventado palabras para designar los otros usos. Así tendría una palabra para cada objeto.
Naturalmente, no existe un idioma ideal, pero una lengua se torna imprecisa cuando -por ejemplo- a perfil le cargamos el significado de tipo o características.
Es mejor inventar una palabra nueva para una idea o un objeto nuevos, que cargar otro significado a una palabra que ya existe. Las palabras no son microbuses: con un pasajero basta.

¡Profesor!: tengo un almuerzo criollo dentro diez minutos y no sé cómo se dice: cebiche o seviche. ¡Ayúdeme! 
Suyo, Desesperado. 
Querido amigo: no caigas en la desesperación pequeñoburguesa. Para todo hay solución; por ejemplo, podríamos adelantar las elecciones.
Volviendo a tu pregunta: el Diccionario de la Real Academia Española (el DRAE) trae cuatro grafías distintas: cebiche, ceviche, sebiche y seviche. En esto, la Academia (la RAE) es multisalomónica.
No obstante, la RAE prefiere cebiche pues en esta entrada pone la acepción más precisa. (En los diccionarios, las palabras definidas se llaman entradas; pero mejor no digamos "entrada de cebiche" para no enredarnos con "cebiche de entrada").
Para la RAE, cebiche quizá derive del término árabe sikbag. Hay otras explicaciones y otros étimos (palabras que, transformadas, engendran palabras, como mensa engendró mesa).
En su libro Peruanismos, Martha Hildebrandt defiende cebiche y le atribuye este origen: ser la conjunción de cebo (comida) con -iche. Este sufijo se origina en el latín -icius. Es un sufijo diminutivo, como en parvuliche. En resumen, cebiche significa así "comidita, aperitivo".
Cebiche es la grafía que yo uso, Desesperado, y por dos razones: la primera, porque la recomienda Martha Hildebrandt; la segunda no existe. Ahora apúrate, hermanón, porque ahí llega la gente.

Víctor Hurtado
 

06 noviembre 2010

Misión reasignada

La soledad puede iluminar la mente o llevarte a la desesperación. Te deja ver las cosas que hiciste mal, esos malditos errores que aún hoy lamentas. Pero también te lleva a tomar decisiones sospechosamente trascendentales y con aires heroicos.

Por eso ahora voy a cumplir la misión de vida o muerte que había abandonado. Voy a entregar ese disco negro a la Hechicera, para librarme de su maleficio. No hay otra salida. Lo he intentado todo para olvidarla, pero termino recordando todo. Absolutamente todo, cada detalle con espeluznante obsesión.
Mas tengo que hacer las cosas bien. Debo recurrir a la Intermediaria, debo localizarla, pronto. Si la encuentro puedo ser libre sin recibir mucho daño. De lo contrario, tendré que ir al corazón mismo de la magia de la Hechicera.

7 días para evitar una misión suicida. ¿Encontraré lo que busco o tendré que lanzarme al vacío?