26 noviembre 2010

No olvidemos al profesor Solecismo

(A falta de responsabilidad y constancia, disfrazada de falta de ideas, rescataremos algunos artículos de Víctor Hurtado.  Dispersos en la red, los textos de un genio del periodismo merecen ser difundidos. Se le extraña al profesor Solecismo, y sobre todo al irredento Wármix Méndez Gómez).

Breve introducción previa hacia un prefacio liminar

Clásico y neoclásico, barroco y manierista, el profesor Solecismo ya está aquí. No viene solo -y es una pena- pues trae sus recetas de cocina lingüística para que, en lo mejor de una tertulia, pueda usted sorprender gratamente a sus amigos con una digresión (no disgresión) cultista, siempre bien recibida entre cervezas.
Reeducado en las mejores escuelas del idioma castellano, el profesor Solecismo dedicó los mejores años de su ancianidad (los que van de los 40 a los 50) a traducir las obras completas de Sócrates, hasta hoy ignotas por falta de editor pirata.
Esa inmersión, ese hundimiento en la filosofía antigua lleva hoy al profesor a poner en práctica esta sentencia de Sócrates: "Sólo sé que nada sé", cuya verdad se comprueba en esta página. (El profesor la tradujo como "Me conozco que me desconozco": concesión populista).
Para usar una palabra de moda, huelga añadir que son célebres sus conferencias Los grandes libros que no llegué a leer. Cuando el profesor Solecismo comienza a dictarlas, no tiene cuándo acabar. ¡Qué erudición! ¡Qué dominio del tema! ¡Extrañaremos su ausencia, profesor!


El profesor responde

No es por ofenderlo, profesor, pero ¿por qué se puso ese nombre tan ridículo? 
María Z.
Realmente, muchas gracias. Si le parece un nombre ridículo, es que usted no me conoce; de conocerme, usted diría borgianamente que el hombre está en el nombre.
Yo soy un error en general, pero el solecismo suele ser un error de sintaxis; es decir, de correspondencia entre las partes de una oración. Si escribo: "Dijo de que vendría", cometo solecismo porque debí escribir: "Dijo que vendría".
Una tradición cuenta que solecismo proviene de Soloi, nombre de una ciudad antigua donde se hablaba mal el griego. Soloi fue una ciudad fundada por griegos (en el sur de la actual Turquía), pero su forma de hablar había cambiado mucho con el tiempo. Los residentes de Grecia que la visitaban se reían de los pobres sole. (como sea el gentilicio de Soloi).
Los cambios en los idiomas eran más rápidos en la antigüedad porque la gente era analfabeta y no había televisión de cable.
La escritura fija las formas de un idioma y hace que lo compartamos pese a la distancia. Así también, la televisión, la radio y el cine ayudan a compartir los usos de una misma lengua. La CNN en castellano contribuye a que gente de muchos países emplee el "español general". Los cambios siempre ocurrirán, pero no darán origen a idiomas distintos.
El lingüista español Fernando Lázaro Carreter no creía mucho en esa deplorable leyenda de Soloi. Así lo escribió en su Diccionario de términos filológicos.
Es bonito leer un diccionario de lingüística, aunque yo preferiría ver la película. Nadie ha filmado aún una cinta basada en un libro de gramática, pero no se sabe de lo que es capaz el cine experimental hasta que se pone la película y se ve el eto.

Profesor usted es un retrograda del pasado porque el pueblo hace el idioma y la academia es un putreinfacto reaccionario y me daria verguenza que usted seria mi padre. 
J. 
Hijo mío: no es para tanto. Como dijo otro, yo hago lo que puedo, y este es mi problema.
Yo también creía que "el pueblo hace el idioma". Ahora pienso que lo hacía hasta hace cincuenta años, antes de que se extendieran la prensa, la radio y la televisión. Hoy, con frecuencia, le hacen el idioma.
En una lengua, los cambios populares son lentos y anónimos, y esto sí significa que "el pueblo hace el idioma"; sin embargo, ahora basta que un iletrado repita una necedad por televisión, para que la tontería pegue.
Vaya un ejemplo: "Pérez comete falta sobre Ruiz", dice un locutor de fútbol (en vez de contra). Después, otros locutores -sedentarios para la aventura intelectual- repiten la torpeza, y la gente que la oye termina adoptándola.
También se dice ahora "soporte técnico" (por "servicio técnico") y "aplicar a una beca" (por "presentarse a una beca"). Estas tonterías no son creaciones populares, sino influencia instantánea de medios de comunicación usados por ignorantes.
Todo idioma cambia, pero deberíamos procurar que cambie de este modo: manteniendo la sintaxis (las relaciones adecuadas entre las palabras) y evitando que las palabras ofrezcan muchos significados.
Las palabras que brindan muchas acepciones se debilitan. Por ejemplo, el término radio es el nombre de un metal, de un hueso, de una línea (del círculo), de un aparato de recepción de ondas (radiorreceptor) y del sistema de envío de esas ondas (radiodifusión). Un idioma ideal habría dejado un solo significado para radio y habría inventado palabras para designar los otros usos. Así tendría una palabra para cada objeto.
Naturalmente, no existe un idioma ideal, pero una lengua se torna imprecisa cuando -por ejemplo- a perfil le cargamos el significado de tipo o características.
Es mejor inventar una palabra nueva para una idea o un objeto nuevos, que cargar otro significado a una palabra que ya existe. Las palabras no son microbuses: con un pasajero basta.

¡Profesor!: tengo un almuerzo criollo dentro diez minutos y no sé cómo se dice: cebiche o seviche. ¡Ayúdeme! 
Suyo, Desesperado. 
Querido amigo: no caigas en la desesperación pequeñoburguesa. Para todo hay solución; por ejemplo, podríamos adelantar las elecciones.
Volviendo a tu pregunta: el Diccionario de la Real Academia Española (el DRAE) trae cuatro grafías distintas: cebiche, ceviche, sebiche y seviche. En esto, la Academia (la RAE) es multisalomónica.
No obstante, la RAE prefiere cebiche pues en esta entrada pone la acepción más precisa. (En los diccionarios, las palabras definidas se llaman entradas; pero mejor no digamos "entrada de cebiche" para no enredarnos con "cebiche de entrada").
Para la RAE, cebiche quizá derive del término árabe sikbag. Hay otras explicaciones y otros étimos (palabras que, transformadas, engendran palabras, como mensa engendró mesa).
En su libro Peruanismos, Martha Hildebrandt defiende cebiche y le atribuye este origen: ser la conjunción de cebo (comida) con -iche. Este sufijo se origina en el latín -icius. Es un sufijo diminutivo, como en parvuliche. En resumen, cebiche significa así "comidita, aperitivo".
Cebiche es la grafía que yo uso, Desesperado, y por dos razones: la primera, porque la recomienda Martha Hildebrandt; la segunda no existe. Ahora apúrate, hermanón, porque ahí llega la gente.

Víctor Hurtado
 

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