20 mayo 2010

Rose y su resignación

Marco Martos dice que lo característico de la poesía de Juan Gonzalo Rose es la ternura. No se equivoca, poemas como Exacta dimensión o Marisel son la mejor prueba. Sin embargo, la amargura y el pesimismo se apoderaron del poeta, como lo muestra una entrevista de Hildedrant en 1980*: 
¿Alguna vez ha sido feliz, Juan Gonzalo?
—No. No he conocido la verdadera felicidad.
¿No la buscó?
—Todos la buscamos. No he tenido la oportunidad de encontrarla.
¿Cómo la hubiera encontrado?
—En compañía de alguien que me entendiera.
¿Nunca llegó ese alguien?
—No.
Nunca llegó. Pese a llevar una vida bohemia y ganarse el afecto de muchas personas (como César Lévano, Chabuca Granda, Doris Gibson, Tania Libertad, entre muchos otros), Juan Gonzalo terminó su vida como más lo temía, en soledad. 

Lo que me parece más desgarrador de esta entrevista es lo que dice al final:
Me pregunto si usted sería tan triste si no hubiera conocido el exilio y la soledad. Es decir, me pregunto si su vida afectiva podría haber sido otra de no mediar algunas circunstancias...
—Indudablemente hay circunstancias que influyen mucho y aquella del exilio, es cierto, fue importante para mí. Pero yo creo, más bien, que en la semilla, que en el espíritu, está la derrota esperando. Las circunstancias trabajan sobre arcilla ya hecha, ya cuajada. En esa arcilla ya estaba escrita la derrota... Yo nací para ser derrotado. En mis encierros me he preguntado muchas veces por qué, pero la verdad es que no he podido nunca encontrar una respuesta...
Pese a su talento como escritor, siempre se consideró un fracasado. Lamentablemente, hoy, lo siguen despreciando.

Lo peor es que su resignación a la desesperanza me resulta contagiosa.

*Cambio de palabras. Tierra Nueva Editores, Lima 2008.

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