22 agosto 2010

Siempre tarde

(Sacado de un viejo cuaderno)

Todos los días se despertaba despreocupada y siempre tarde. El desayuno servido y menos de diez minutos para tomárselo. La movilidad a pocas cuadras de su bonita casa, la empleada desesperada y las alertas de su madre en el primer piso. Pero ella, con indiferente lentitud, se pasaba el peine y dejaba sin atar los pasadores. Así era todos lo días, todos los días de colegio.

Y los gritos de la angustiada empleada, cuando ella, la engreída de la casa, se acercaba a la ventana para ver afuera quién sabe qué. Y la niña no se apuraba, la misma historia de siempre, siempre tardísimo. Después la niña no quiere comer la fruta, no quiere tomar toda la leche. Se queda sentada mirando el suelo, con sus ojos aburridos por los reproches (ojos enormes y hermosos).

De repente se para la niña, se va muy fresca, sin agradecer la comida. Pero la movilidad ya se fue. Siempre lo mismo. No importa, que tome un carro. «No, no, no, no», dice su madre.  La niña ya no es una niña, que camine nomás y que la castiguen por tardona. Que se queje, que haga pucheros, que llore si quiere, pero así aprenderá.

La niña sale de su casa y sus ojos hermosos aún no se fijan en el muchacho que la espera en la esquina para contemplarla, como todos los días. Aunque nunca se ha atrevido a acompañarla y ni siquiera es capaz de hablarle. Es que la niña es muy orgullosa.

3 comentarios:

  1. Impuntualidad, algo muy conocido x_x. Buen post Salvatore, me hizo rekordar viejas historias ke me obligaban a leer hace mucho tiempo, historias que al final siempre terminaban gustandome =).

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  2. Ifigenia12:02 a. m.

    Me gustó, aunque me deja con la sensación de que continuará...Es eso cierto Andrés?

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  3. No lo sé aún. El tiempo dirá.

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